El Banco Interamericano de Desarrollo advierte que individuos, empresas y gobiernos de América Latina no han ahorrado lo suficiente, lo que limita las posibilidades de crecimiento en la región.
“América Latina y el Caribe enfrentan una crisis de ahorro, con realidades fiscales y demográficas que sugieren un futuro difícil”, destaca el informe presentado a principios de junio de 2016, en Santiago de Chile.
La tasa de ahorro nacional en la región, entre 1980 y 2014, fue del 17,5% del producto interno bruto (PIB), muy por debajo del 33,7% registrado en las economías asiáticas emergentes y el 22,8% en las economías avanzadas.
Según el informe, “la región enfrentará importantes desafíos fiscales en los próximos años”, sugiriendo que “aumentar el ahorro sería una de las claves para garantizar tanto el crecimiento como la fortaleza de las economías”. También analiza las diversas razones del bajo nivel de ahorro registrado por individuos y gobiernos, sus impactos económicos y la falta de eficiencia que limita las oportunidades de inversión empresarial y tiene un impacto negativo en el ahorro corporativo.
En este sentido, se brindan recomendaciones para revertir la situación y aumentar las tasas de ahorro, en línea con las economías más exitosas del mundo. “Pequeños aumentos en el ahorro podrían generar impactos significativos. Por ejemplo, por cada punto porcentual adicional de ahorro nacional, la inversión interna en la región crece casi 0,4 puntos porcentuales”, señala el BID, que destaca: “Esto equivale a 20.000 millones de dólares disponibles para financiar proyectos de infraestructura u otras inversiones en capital humano necesario para aumentar la equidad y fortalecer el desarrollo”.
José Juan Ruiz, economista jefe del BID, sostiene: “No podemos justificar nuestros bajos niveles de ahorro simplemente diciendo que no somos buenos ahorrando dinero”.
Aunque el sistema bancario en América Latina ha crecido y proporciona casi el 30% del PIB en préstamos al sector privado, está muy por debajo del promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y las economías asiáticas emergentes, que aportan alrededor de del 80%. Según el informe, el problema se ve reforzado por la falta de confianza en los bancos, el analfabetismo financiero generalizado y la alta informalidad laboral. Sólo el 16% de los adultos de la región tienen ahorros bancarios, en comparación con el 40% en las economías asiáticas emergentes y el 50% en los países avanzados.
Los sistemas de pensiones son otra limitación, ya que menos de la mitad de la población de la región ahorra para su jubilación a través de un sistema de pensiones contributivo. En este sentido, el informe advierte de que, a menos que se corrija este problema, la situación empeorará a medida que la población envejezca.
La región tendrá dificultades para encontrar los recursos necesarios para construir aeropuertos, carreteras y otros proyectos de infraestructura esenciales para impulsar el crecimiento. En este sentido, las inversiones en la región deberían aumentar durante las próximas décadas entre 2 y 4 puntos porcentuales del PIB anual (dependiendo de cada país) para aliviar las restricciones al crecimiento.
En cuanto a las políticas fiscales, éstas también tuvieron un impacto importante en la economía y, según el informe, “el gasto gubernamental en subsidios es demasiado alto y demasiado bajo en inversiones de capital”.
«Las recientes crisis económicas han empeorado esta situación ahora que los gobiernos han optado por recortar los costos de inversión como sustituto de reformas fiscales políticamente más difíciles», dice el Banco Interamericano de Desarrollo e identifica en su informe las principales áreas donde los gobiernos podrían ahorrar más y gastar. más eficientemente.
La asistencia social, los gastos tributarios (exenciones fiscales) y los subsidios energéticos sufren una “filtración” más prominente, lo que significa que benefician más a los ricos que a los pobres por una suma de alrededor de 100 mil millones de dólares por año. La falta de eficiencia en sanidad y educación representa 50.000 millones al año.
Si estos problemas se resuelven, se podrían proporcionar fondos suficientes para cerrar la brecha de inversión en infraestructura que existe entre América Latina y las economías avanzadas. Además, los gobiernos de la región enfrentan dificultades para aumentar los impuestos, con una tasa de evasión estimada del 52% y una estructura tributaria que penaliza el ahorro.